Se acerca el gran día de San José de Calasanz, ese HIPÓCRITA día que celebramos en mi colegio en el que la gente se viste con sus mejores galas para ir a misa y después ir a comer juntos.
Tenía entendido que Calasanz ayudaba a los pobres y todo eso, y aquí en su honor, en vez de vestir humildemente, nos gastamos cada año bastante dinero en un día, en ropa, comida y fiesta. Eso es predicar con el ejemplo. Me pregunto qué dirá Calasanz si nos está viendo.
Tengo que encontrar un vestido para no ser la rara o la pobre que no va con vestido. Y oye, que me encanta ponerme vestido, es precioso, pero yo no soy como toda la gente de mi colegio, no puedo permitirme tantos gastos en tan poco tiempo D=
A quien le cuente esto, simplemente se reiría de mí.
La fiesta está muy bien, sí, nos lo pasamos bien, pero nos lo podríamos pasar igual de bien vistiendo como un día cualquiera. Si el dinero que gasto fuese mío, con gusto lo haría, pero no es mío, es de mis padres, que se pasan todos los días trabajando para pagárnoslo todo.
Ser pobre es un asco.
